miércoles, 23 de julio de 2014

El efecto James

Esta vez Florentino no ha mareado la perdiz como en veranos anteriores y ha decidido soltar la pasta que le pedían desde Mónaco sin apenas negociar. Se disfrazó de Nico Rosberg y la carrera por el fichaje del colombiano no tuvo rival. Ha sido todo tan rápido que ni el mismo James Rodríguez daba crédito a lo sucedido. Florentino tiene a su crack, otro más para la colección, pero el dilema no radica en si triunfará o no, sino en dónde ubicar a este gran jugador en el engranaje táctico de Ancelotti.

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Ochenta millones. Debo volver a los entresijos del traspaso porque debo reconocer que son muchísimos, por mucho que hablemos de una Bota de Oro de un Mundial. No olvidemos que James todavía no ha debutado en una liga de primerísimo nivel, ni ha explotado en el panorama futbolístico internacional. Eso es un dato, no una opinión. Creo que un buen (grandísimo) Mundial no es sinónimo de explosión, por lo que entiendo no se debe pagar una cantidad tan elevada por un futbolista que ni se acerca al nivel de Cristiano, Messi, Suárez o Bale. Incluso si metiéramos el bisturí en la temporada de James con el Mónaco llegaríamos a la conclusión de que su curso ha sido más que discreto. 
En cierto sentido recuerda al fichaje de Neymar por el Barça, con la salvedad de que en esta operación no ha habido trapos sucios, ha pagado 25 millones menos,  y el jugador no se encontraba en su último año de contrato.



La viabilidad económica está fuera de toda duda. Colombia es el país sudamericano que más camisetas vende, y el reciente fichaje blanco ha desbancado a Falcao como ídolo nacional. Florentino lo tiene todo muy bien atado.
La viabilidad deportiva ya es otro cantar. Casemiro salió cedido al Oporto, y Khedira y Di María están con las maletas preparadas para marchar rumbo a la Premier y PSG respectivamente. En ese caso Ancelotti tendría problemas. La plantilla estaría formada por centrocampistas de calidad, toque e imaginación, pero no habría ningún medio que combinara sacrificio físico y rigor táctico. 
Me pregunto si el plan de Carletto se inclina por hacer de James un Di María. ¿Descabellado? No. El colombiano ha demostrado que rinde mejor cuando tiene protagonismo en el juego, en lugar de pegado a la banda (donde también rinde a gran nivel). ¿Incógnita? Por supuesto. El liston está tan alto gracias al último semestre de El Fideo que será muy complicado acercarse a su nivel. 
Si el técnico transalpino decide utilizar a James en tareas meramente ofensivas se encontrará con la siempre tarea complicada de gestionar los minutos entre grandes estrellas mundiales. Con Cristiano y Bale titularísimos, Isco (podría retrasar su posición), Benzema y el propio James se disputarían el centro del ataque blanco. Y todo esto con Jesé recuperándose de su gravísima lesión.
Todo dependerá de si Ancelotti decide fichar un nueve. Entonces James retrasaría su posición. Si, por el contrario, consigue convencer a Khedira o Di María para permanecer en el club, James luchará por un puesto en el tridente de ataque.

Repito, sobre el fichaje de Rodríguez planean varias dudas deportivas. Donde no cabe la incertidumbre es en la grandísima calidad del jugador y en la longevidad de la temporada (hasta seis títulos disputará el Madrid). No olvidemos que Bale se pasó gran parte de la temporada entre algodones y que Cristiano y Benzema jugaron muy tocados la final de Champions. 


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lunes, 21 de julio de 2014

La felicidad de Di María

Tras dos meses sin mover ficha, el Real Madrid, vigente campeón de Europa, ha comenzado a buscarse la vida en el mercado estival. Hasta ahora había sido el Barcelona el que había monopolizado los rumores y fichajes de nuestra liga, sobre todo tras la llegada de Luis Suárez, del que hablaré en otra ocasión.
El aterrizaje de Kroos en la casa blanca supone (si cabe) un mayor salto de calidad a una zona que el equipo tenía muy bien cubierta, si bien es cierto que varios centrocampistas han mostrado su deseo de salir del club blanco en busca de mayor protagonismo en otro grande europeo.


Uno de ellos es Di María. El magnífico futbolista argentino se ha marchado de vacaciones tras protagonizar unos últimos seis meses de escándalo. Ha sido clave en la consecución de los títulos del Madrid (MVP de la final de Champions incluido) y en el devenir mundialista de la selección albiceleste, donde terminó subcampeona. De ahí que muchos madridistas se alineen en favor de El Fideo y demanden su continuidad en Chamartín.

No obstante, y aunque soy consciente de que siempre he mantenido que el fútbol es presente y no pasado, hay que ser cautos con el rosarino. No olvidemos que acaba de cumplir su cuarta temporada de blanco y su periplo en el equipo ha estado marcado por la irregularidad.
Llegó de la mano de Mourinho y pronto se convirtió en un jugador importante en el engranaje táctico del portugués. Su primer año y el comienzo del segundo fue fantástico, consiguiendo la nada desdeñable cifra de 34 asistencias. Fue a partir de enero de 2012, tras lesionarse en un partido ante Osasuna, cuando el argentino se vino abajo y pasó sin pena ni gloria por los terrenos de juego; hasta su famoso acomode, al ser sustituido ante el Celta en enero del presente año. Dos años en los que, salvo alguna excepción, prácticamente pasó inadvertido. De hecho, a punto estuvo de consumarse su traspaso al Mónaco si no llega a interferir el siempre conciliador Carlo Ancelotti.


A todo esto hay sumarle su capacidad para crear conflictos públicos según su conveniencia. Tras su primera temporada de blanco, mientras se encontraba concentrado con su selección para la disputa de la Copa América 2011, exigió una mejora de contrato a Florentino Pérez. Incluso llegó a decir a un medio de comunicación de su país que "hay muchos equipos europeos que me están viendo", lanzando una clara amenaza a las altas esferas del Bernabéu.
En cambio, durante los veranos de 2012 y 2013 no tuvo la valentía para exigir mejoras de contrato y aumentos de ficha. Ha sido este verano, ahora que el viento sopla claramente a favor cuando se ha decidido a dar el paso definitivo para abandonar el club.
Benzema es un claro ejemplo de jugador que ha pasado por los mismos trances que Di María. Sus cinco temporadas se han visto marcadas por la irregularidad, por lo que la comparación con el argentino es más que aceptable. El galo nunca ha presionado al club para una mejora de contrato y no se espera que lo haga.
Otro futbolista que ha pasado por altibajos como blanco es Modric. Para un servidor ha sido, con diferencia, el mejor centrocampista del mundo durante la temporada 2013/14, y no se ha filtrado información alguna sobre una petición de mejora contractual del croata. Distintas formas de proceder.


Por todo ello creo que lo más conveniente es vender a uno de los mejores centrocampistas de la temporada pasada. El riesgo es más que evidente (e importante), como ya ocurrió con la marcha de Ozil el verano pasado. No resulta recomendable trastocar lo que realmente funciona, pero debemos tener en cuenta que el futbolista no está a gusto en el club, desea cobrar (mucho) más y tener un mayor protagonismo en la zona de influencia del ataque blanco. El problema es que parece no haberse dado cuenta de que a su lado se encuentran jugadores de la talla de Cristiano, Bale, Modric y Benzema. La llegada de Kroos no ayuda a satisfacer sus necesidades.
Sacar 50-60 millones por un jugador que puede dar problemas a lo largo de la temporada no es un mal negocio. Otra cosa es como destine el Madrid ese dinero a la hora de encontrar su sustituto. James (grandísimo jugador) no es la solución para el Madrid, y más aún teniendo en cuenta la presumible marcha de Khedira a la Premier y de Casemiro al Oporto.
Vidal y Pogba casan más con las necesidades del Madrid, pero su marcha de la Juventus parece más que improbale. La secretaría técnica blanca deberá rastrear el mercado para encontrar un centrocampista todoterreno que palie las salidas de Di María, Khedira y Casemiro.
¿Matuidi? 

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