viernes, 11 de abril de 2014

Palabras olvidadas

Todos tenemos a un amigo, un familiar, o simplemente un conocido que en ocasiones nos saca de quicio debido a su cabezonería. Este tipo de gente suele mostrarse orgullosa en sus debates, sin mostrar ni un ápice de fragilidad en sus argumentaciones. Les resulta indiferente estar haciendo el ridículo o quedar en evidencia por razones obvias. Defienden su postura a capa y espada independientemente de que existan testigos, imágenes... que refuten claramente su linea de argumentación. Nunca reconocen que se equivocan.


Y esta reflexión me conduce a Xavi Hernández.
Buen jugador, sin duda. No voy a entrar en mi opinión futbolística sobre el centrocampista del Barça, porque los que suelen seguir mi blog ya la conocen. Podría pasarme una hora redactando párrafos del porqué de mi animadversión hacia la forma de jugar del egarense, pero no lo haré. Soy consciente de que convencería a muy pocos, y sería una pérdida de tiempo.
Me gustaría hablar de su visión de la vida, del fútbol, que no deja indiferente a nadie. Y más por estas fechas, cuando muchos aficionados parecen haberse dado cuenta de que Xavi les tenía engañados. La semana pasada más de media España puso el grito en el cielo tras la rueda de prensa del catalán, donde hizo uno de los mayores ridículos mediáticos que recuerdo. Es capaz de mirarte a los ojos e intentar convencerte de que la camiseta amarilla que llevas puesta en realidad es de color negro. Y lo peor es que muchos ignorantes, su rebaño, se lo creen. Efectivamente, hablo de su versión del pisotón de Busquets. Pero tampoco voy por ahí.


Tras la reciente eliminación del FC Barcelona a manos del Atlético de Madrid (no hay palabras para el Cholo), Xavi, en respuesta a las preguntas del periodista de Canal +, soltó que "hemos merecido más, hemos tenido cinco ocasiones claras de gol que normalmente solemos meter". Nada nuevo, aunque parece que estas vez sus palabras sí han calado en los medios de comunicación. 
Por supuesto, no hubo ninguna mención al pobre juego desplegado por los blaugranas durante el 80% de la eliminatoria. Es la norma, su norma.

Retrocedamos un año y centrémonos en la eliminatoria ante el Bayern, donde el equipo catalán salió escaldado ante el poderío germano. Tras un global de 7-0 a favor de los bávaros Xavi tuvo la desfachatez de no reconocer la superioridad del rival, llegando incluso a afirmar que el Barça había controlado el tempo de los partidos y mantenido la mayor parte de la posesión del balón a lo largo de la eliminatoria. Como si ese aspecto fuera sinónimo de superioridad, de buen juego.
Lo curioso vino cuando escasos minutos después, Piqué, voz muy autorizada en el vestuario culé, mandó varios recados a plantilla y directiva. Lógico si atendemos a lo acontecido sobre el terreno de juego. El central demandaba un cambio, ya sea por medio de fichajes, descartes, estabilidad institucional...


Pues ha transcurrido un año y el FC Barcelona adolece de los mismo síntomas. Le sigue faltando un central de garantías, el entrenador no es el jefe del vestuario, y Messi sigue a medio gas. Que nadie me malinterprete, este Barça aún puede ganar el doblete, lo cual habla muy bien del potencial del equipo. Pero no nos engañemos, este Barça es una verbena táctica que no hay por dónde cogerla. 

El aficionado culé decidió refugiarse en el discurso fantasma de Xavi, desdeñando por completo el de Piqué. "El estilo no se toca", "hemos jugado bien", "el rival hace su juego y hay que respetarlo, pero nosotros tenemos nuestro estilo y hemos generado muchas ocasiones de gol", "el césped, el árbitro..." Son tantas las opciones que maneja Xavi Hernández para no reconocer la decadencia del equipo y del estilo que no le hace falta acudir a la autocrítica.

En el diccionario del egarense no aparece esa palabra. Es un término que hace mucho tiempo que almacenó en algún lugar recóndito de su memoria. Porque Xavi antes no era así. Sus primeros años se caracterizaron por su honestidad y sensatez. Fue a raíz de los éxitos de la selección y de su club lo que le han convertido en lo que es hoy día a nivel mediático. Un fanático que cuestiona o alaba las gestas según el equipo que las consiga. No le tembló la voz para reconocer que la Paraguay del Tata Martino (muy defensiva) fue superior a España en los cuartos del Mundial de Sudáfriica, pero sí cuestiona la superioridad del Atlético en la reciente eliminatoria.  No recuerda los palos de Villa, los mano a mano de Gabi e el Cebolla ante Pinto...

Él es así. Muchos le tildan de sensato, pero no es capaz de ver que ya no tiene cabida en el once titular del Barcelona y de la selección. Él siempre juega bien. Le vale con acertar el 98% de su pases, de los cuales solo un 1% supera una línea de presión. Vive en un mundo de fantasía que cada vez tiene menos adeptos. Las nominaciones al Balón de Oro y las continuas alabanzas de los medios de comunicación han intoxicado un cerebro que estaba muy bien amueblado hace poco más de un lustro. No hay cabida para la autocrítica, palabra olvidada para El Profesor Xavi Hernández.

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1 comentario:

  1. Paparruchas. Si el cesped está crecido, no juguemos el partido (Xavi Hernández a sus compañeros de equipo antes de la final de copa)

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